04/NOV./2021

Energía solar para abaratar la desalación ante las frecuentes sequías que trae el cambio climático

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El regadío, que consume el 79% de los recursos hídricos en España, está seriamente amenazado por el cambio climático. Las previsiones del Centro de Estudios Hidrográficos anticipan una reducción del 10% de la disponibilidad de agua en la cuenca del Segura para los próximos 20 o 30 años, y de hasta el 50% para final de siglo. 

El subdirector de Planificación Hidrológica del Ministerio de Transición Ecológica, Víctor Arqued, explica hoy en el Congreso Nacional de Riegos que se celebra en Cartagena las distintas medidas que se contemplan en toda Europa para lograr la resiliencia del regadío. “El objetivo es mantener los niveles de productividad y beneficio del sector agrícola”, explica.

“En cada demarcación hidrográfica estudiaremos cómo adaptarnos al cambio climático en los terceros Planes Hidrológicos (PPHH), que organizarán la gestión de las aguas en los próximos seis años”, anticipa. “En la cuenca del Segura reforzaremos los recursos no convencionales, como la desalación y la reutilización, pero teniendo en cuenta el coste de la energía para que el precio del agua no sea disuasorio”, detalla, avanzando la instalación de sistemas de energía fotovoltaica en las plantas fotovoltaicas utilizando los fondos del Plan de Recuperación de la Unión Europea. 

Los terceros PPHH también incluirán compromisos ambientales que la Unión Europea exigirá cumplir en 2027, como la restauración hidromorfológica del espacio fluvial o la recuperación del Mar Menor y la bahía de Portmán.

La mayor frecuencia de fenómenos extremos como la sequía y las inundaciones que trae consigo el cambio climático, así como las mayores necesidades hídricas por el aumento de la evapotranspiración derivada del incremento de las temperaturas conducen a que la disponibilidad de agua será cada vez menor, por lo que este geólogo del Ministerio, que ocupa el puesto de subdirector general desde 2012, no descarta que los agricultores tengan que renunciar a cultivos o variedades insostenibles por su coste, aunque remarca que “la cuenca del Segura es un ejemplo internacional en cuanto a eficiencia en el uso del agua”.




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