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La plaza de Juan XXIII, la del Ayuntamiento, la del Rey, el bulevar José Hierro... estos espacios públicos de Cartagena han servido de base para la tesis de la arquitecta María del Mar Melgarejo, que ha trabajado como profesora de diseño industrial y proyectos en el grado de Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica de Cartagena. Tras analizar una veintena de zonas públicas en la ciudad portuaria, que le han servido de modelo para poder comparar ciudades similares, Melgarejo asegura que el diseño es "irrelevante" a la hora de diseñar este tipo de espacios, pues conviene tener en cuenta otro tipo de condicionantes del entorno, como es el contexto económico y social o la utilidad del espacio, entre otros.
Según detalla en su trabajo, el diseño urbano ha tenido "poca influencia" en el uso cotidiano que de él hacen los habitantes de la ciudad, por lo que ella ha tratado de encontrar las claves del funcionamiento del espacio público urbano para asentar las bases sobre cómo actuar en él.
El trabajo, denominado 'Modelo de intervención en el espacio público de la ciudad histórica basado en el análisis paramétrico de sus transformaciones, funcionalidad y calidad ambiental. Caso de estudio de la ciudad de Cartagena', lo han dirigido los profesores José María Ezquiaga, de la Universidad Politécnica de Madrid, y Miguel Centellas, de la Universidad Politécnica de Cartagena.
Entre las conclusiones que extrae destaca que la incidencia del diseño del espacio público en el casco antiguo en una ciudad de tamaño medio como es Cartagena, "es menor" que otro tipo de variables como la estructura urbana, social y económica y la formación histórica de dichos espacios. Melgarejo señala que el contexto socioeconómico y la incorporación de un espacio dentro de las circulaciones internas de la ciudad influyen "de manera directa en que un espacio se use", mientras que otro tipo de variables asociadas a los valores ambientales, de accesibilidad, y de uso "influyen positivamente sobre el espacio público, y son imprescindibles para su buen funcionamiento, pero no garantizan el éxito. Por tanto, a la hora de abordar un proyecto de espacio público es necesario trabajar con estos factores antes de desarrollar un proyecto de diseño complejo y aislado de lo que ocurre realmente en la ciudad", comenta la arquitecta.
Para completar el trabajo, Melgarejo estudió 20 espacios del centro de la ciudad como son la plaza de Alcolea, la plaza Juan XXIII, la plaza López Pinto, la plaza Jaime Bosch Isidoro Valverde, la plaza de la Merced, el bulevar José Hierro, la plaza de las Tres Culturas, la plaza del Risueño, la plaza San Francisco, el parque arqueológico del Molinete, el Par, la plaza del Rey, el Parque Torres, la Muralla del Mar, el Muelle Alfonso XII, la plaza del Ayuntamiento y Héroes de Cavite, la plaza del CIM, el parque Cornisa, la plaza del Batel y la plaza San Sebastián y Puertas de Murcia.
La docente explica que el casco histórico de Cartagena tiene una veintena de espacios públicos, pero que cada uno de ellos tiene una historia, un diseño, morfología y comportamientos diferentes. "Muchos de ellos tienen éxito y acuden las personas a usarlo y visitarlo y otros no", apunta. Sin embargo, percibe que aquellos espacios más visitados son lugares con memoria y en muchas ocasiones simbólicos, ya que se crearon durante el crecimiento de la ciudad y son considerados lugares históricos. T Además son de fácil acceso y su espacio lo disfrutan gran variedad de usuarios de perfiles distintos que aprovechan el espacio para todo tipo de usos y variedad, desde los juegos para niños hasta la multitud de terrazas de los bares que colonizan su superficie. Además de esto, son espacios confortables térmica y acústicamente.
Además, indica que existen otras características que no garantizan el éxito de estos espacios como pueden ser el confort acústico y térmico, la accesibilidad, y la oferta de usos que se den. Por ejemplo, para que un espacio sea interesante para los ciudadanos debe ser agradable estar en él desde el punto de vista medioambiental, ser confortable acústica y térmicamente; pero puede ocurrir que se diseñe un espacio cumpliendo estas características y por otras razones el espacio no sea visitado por la gente.
La tesis demuestra, por tanto, afirma su autora, que "entender el espacio público es entender a las personas que lo habitan, conocer quiénes son, que hacen cuando están allí y porqué lo usan", algo que se debe tener en cuenta a la hora de abordar cualquier proyecto arquitectónico.